PORTO ALEGRE ES UNA FIESTA

Ni el futurista más avanzado de la historia podía haber elegido otro nombre mejor para esta ciudad. Porto Alegre, en estos días, es una fiesta. Durante los días del quinto Foro Social Mundial se celebra la diversidad y la alegría de estar juntos. A cada hora llegan militantes sociales desde distintos lugares de la tierra y de este país inmenso. Aquí se reúnen para debatir su rol y cargar pilas, las Ongs, los sindicatos, los movimientos feministas, los ecologistas y todos aquellos que trabajan todo el año porque haya otro mundo posible en este mismo mundo.


Una caminata por la paz dio inicio al encuentro. La avenida Borges de Medeiros fue el escenario por donde desfilaron cien mil personas de los movimientos sociales de todo el planeta. Estuvieron presentes las más variadas expresiones del campo social, desde "mujeres católicas a favor del aborto", pueblos originarios de todo el continente, Frente Amplio de Uruguay, los "Sin Tierra" y organizaciones de economía social hasta los muy argentinos, Barrios de Pie, la CTA, la comunidad homosexual argentina y una delegación de la Patagonia que con una misma camiseta reúne organizaciones sociales de ambos lados de la cordillera de los Andes. Cada grupo desplegó sus banderas, y los tambores marcaron el ritmo de samba, candombe, y murga. Nadie faltó. A pesar de la distancia, están presentes una delegación de "Intocables" de la India que pasaron la posta del Foro anterior, que se celebró en Bombay, y africanos que esperan recibir el legado de la organización para el año próximo.

Aunque la convocatoria tiene que ver con todo lo que anda mal en este mundo, con la desigualdad, la pobreza, la guerra, la inseguridad alimentaria, y la falta de oportunidades que el neoliberalismo dejó instalado como un sello en la humanidad, el clima que se respira es de profunda esperanza. Hasta los pocos policías que se ven participan del festejo e incluso se vio a alguno tomando fotos a pedido de los turistas.

Al atardecer, la multitud confluyó en el anfiteatro Por do Sol. Entre "cervejas y milhos quentes" aguardaban con paciencia el inicio del show de los cinco continentes. Igual, fue difícil aburrirse: a cada paso una ronda de baile y un poco mas lejos se veía circular por encima de las cabezas muñecos gigantes, un planeta de goma del tamaño de un coche mediano y banderas multicolores. La espera valió la pena, en el escenario tocaban los asiaticos Amit Heri mientras todos se preparaban para ver a la Bersuit y a Manu Chao. "Tudo, tudo, tudo va a andar bien", cantaba Gilberto Gil, desde el campo decenas de miles de personas estaban de acuerdo. Y esto recién empieza.

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