LOS MÚLTIPLES ROLES DEL PERIODISMO

Por Alicia Cytrynblum

Para LA NACION



Más allá de lo que signifique para unos y otros la ley de servicios audiovisuales, es una excelente oportunidad para volver a pensar el papel de los medios de comunicación en la vida democrática.



Existe un rol que por evidente no deja de ser el más complejo: contar lo que pasa. El contrato social de la prensa es, justamente, resignificar la realidad a partir de la mayor cantidad de fuentes para conformar un relato en donde el mapa sea lo más parecido posible al territorio. Por supuesto, que las perspectivas de la conformación de las empresas de la prensa mediatizan el discurso. Pero del mismo modo lo haría una empresa pública o una organización social. Es decir, no hay discurso inocente o imparcial, sino una multiplicidad de discursos que va conformando una realidad compleja. Cuanto más fuentes diversas y variadas en sus posiciones y sectores estén presentes en el relato periodístico, más rica será esa recomposición desde la óptica de determinado medio.


Los nuevos ciudadanos y ciudadanas acostumbrados a la lectura crítica de los medios están mucho más entrenados en leer con facilidad el metadiscurso de verdad/mentira que todo lo atraviesa. Es decir, es difícil demonizar a un solo medio, a menos que su posición en el mercado sea tan dominante que no deje lugar a otras voces y posiciones.


¿Es el caso? Sin lugar a dudas en nuestro país la situación ha llegado a límites extremos, algo cuya corrección debe ser festejado, ¿pero su enmienda alcanzará para corregir lo que se pretende? ¿O la complejidad de la actualidad con el avance de la tecnología, la sofisticación de los ciudadanos, la cantidad de las organizaciones sociales, la discrecionalidad de la distribución de la pauta oficial nos obliga no a una única ley, sino a varias y a un pensamiento más complejo?


En este sentido, ¿quién bregará porque los pueblos originarios tengan su radio? ¿Cómo se decidirá cuáles serán las organizaciones sociales que la conseguirán? ¿Cuál será su sustentabilidad? ¿Qué se entiende por organizaciones sociales, sindicatos?


* * *

Esto nos lleva a otra de las funciones fundamentales de la prensa: el control de la gestión pública. Para llevarla adelante, se precisan periodistas idóneos en la investigación periodística, con experiencia profesional y empresas sólidas que puedan pagarlas y responder a los juicios y embestidas que puedan devenir de esas investigaciones. ¿Watergate hubiera sido posible desde una ONG? ¿O siempre hubiera sido necesario The Washington Post para quebrar a Nixon?


Está claro que hay una relación virtuosa entre los medios alternativos y los masivos en beneficio de la democracia. Es por eso importante entender que forma parte de la naturaleza misma de la prensa como institución clave de la democracia tener un espíritu crítico, saludablemente alejado del gobierno. Ser, como decía Botana, fundador del viejo diario Crítica , "el tábano que pica para mantenernos despiertos". Entender esta función inalienable del periodismo en la democracia como oposición depende de la voluntad del gobierno para someterse a las instituciones.


Por supuesto que no existirá nada parecido al periodismo si se depende de la publicidad oficial a menos que ésta sea entendida como un incentivo para organizaciones y pequeñas comunidades de desarrollo en el cual desaparezca cualquier intento clientelista mientras existan leyes que la regulen. Para ello, deberá existir un organismo que controle al Estado y no a los medios.


Nuestra sociedad ya ha madurado para que cualquier cosa similar al diario de Yrigoyen no tenga futuro. Y, por último, la democracia precisa salir fortalecida con más voces, más medios, más calidad periodística y más mirada crítica. Ese debe ser el objetivo por cumplir con esta ley de servicios audiovisuales o sin ella.

La autora es presidenta de la asociación civil Periodismo Social

“SER CIUDADANO ES TENER ACCESO A LA SALUD, A LA EDUCACIÓN Y ASIGNACIÓN POR HIJO”


Entrevista a Daniel Arroyo, experto en pobreza


En estos días la pobreza volvió a aparecer en la escena pública de la mano de los números del Indec. Mientras que para los privados la cantidad de argentinos cuyos derechos están siendo vulnerados por la pobreza son casi el 35 por ciento de la población. Para el Indec, ese guarismo es del 13,9 por ciento. Dos mundos aparte.
En esta entrevista consultamos a un especialista, Daniel Arroyo, licenciado en Ciencia Política que fue vice-ministro de Desarrollo Social de la Nación en la gestión Kirchner y ministro de la misma cartera de la provincia de Buenos Aires hasta mediados de año. Lo suyo es una de las pocas veces en que academia y gestión van de la mano: complementa su trabajo en lo público con libros, posgrados y exposiciones sobre posibles salidas a la pobreza.

-Ud. es de los pocos que pasan por la gestión en sitios de poder, y sigue siendo visto como técnico, ¿cómo lo hace?


Lo primero es que me especialicé. Yo estudié en serio. Y segundo es que nunca perdí el espíritu crítico, tanto de lo que se hace en el gobierno, como de lo que yo hice. Estoy muy acostumbrado a dar conferencias donde alguien levanta la mano y me dice: “mire yo lo estoy mirando a los ojos a ver si usted dice la verdad”. Yo creo que cuando la gente dice “los políticos”, se refiere a gente que está dispuesta a avanzar bajo cualquier circunstancia. Y los que me conocen, saben que voy a hacer cosas que conozco: política social.


- En el presupuesto nacional enviado no hay una línea presupuestaria para la asignación universal por hijos y esta demorado el presupuesto para los programas sociales. ¿No es una prioridad en este momento la política pública contra la pobreza?

Estoy absolutamente en favor de la asignación universal por hijo y creo que es imperioso hacerlo en Argentina, como está surgiendo en Chile, Brasil y Uruguay. La situación de la pobreza en Argentina tiene dos etapas. Desde el 2002, comienzo del 2003 hasta mediados del 2007 la pobreza bajó en Argentina. Por crecimiento económico 9 % anual más políticas sociales. Desde mediados de 2007 en adelante empezó a subir la pobreza. Por dos razones, una por el aumento del costo de alimentos, por el aumento de la inflación (es decir es pobre la persona que cuando va a comprar una cosa le sale más cara y no la puede comprar) y dos por cierto parate de actividades productivas, que son la construcción, el textil, el calzado, el metal mecánico, las curtiembres y los frigoríficos. Si esos sectores andan mal, la pobreza aumenta porque son sectores que incorporan a la población con baja calificación. Le agregaría a eso un problema de costo fijo en las personas. A los sectores pobres les pasa lo mismo que a la clase media en otros insumos: con el tema del celular, las zapatillas, la garrafa, con determinados consumos básicos que tiene muy instalados.


-¿Cuáles son las políticas prioritarias para superar la pobreza en Argentina?

Para mi hay que aplicar un conjunto de cinco políticas. La primera es extender la asignación universal por hijo, cubrir paulatinamente la población de 0 a 18 años. Hoy el 60% de la gente que trabaja está en el sector formal y sólo ese cobra salario familiar. No cobra salario familiar el que trabaja en negro o el que tiene trabajo no registrado, el que está desocupado o el que es cuentapropista, es un derecho que nos quedó al revés. Cuando fue pensado, la política social y el sistema de protección social en Argentina en los 60, 70, estaba bien pensado, todo se hacía pasar por la boleta de salario. La obra social, el beneficio provisional, el beneficio sindical, lo que tenía que ver con la asignación por hijo, ¿por qué? Porque había 3% de desocupación y todo el mundo tenía trabajo formal y entonces era lógico pasarlo por ahí. Nos quedó ahora desfasado, sólo el 60 % de los que trabajan están en esa situación y entonces nos quedó un derecho inverso. Cobra asignación por hijo mi señora, nosotros tenemos dos hijos, y no lo cobra la señora que es empleada doméstica o el que hace changas. Ese esquema es el que hay que cambiar. Ese es el punto ineludible para discutir en Argentina, porque nos marcaría un nuevo piso. Es decir, menos que esto no tiene nadie. Ser ciudadano en Argentina es tener un mínimo acceso a la salud, a la educación y asignación por hijo. Es decir, arrancamos todos de esta base.


-Pero no estamos en este camino…

A mí me parece que estamos en ese camino, no parece que en lo inmediato se pueda llevar adelante. Pero hoy es una discusión fuerte en Argentina, y es una discusión fuerte en el Mercosur. Está bastante más instalado el debate que hace 2 o 3 años. Creo que las cosas en América Latina surgen así, se instalan temas en la agenda, en los debates y, luego, aparecen en las políticas públicas.


- Sí, pero si en el presupuesto nacional no hay una partida no se ve como una política pública…

Si no hay presupuesto, no hay política pública, eso claramente es así. Yo no sé cuando se va a poner en marcha la asignación universal por hijo en Argentina, pero estoy convencido que todo el debate va a terminar en eso. Y finalmente, con el presupuesto la posibilidad de transferir partidas hace que sea posible. La asignación por hijos si uno la extiende de 0 a 18 años todo junto de un día para otro, al valor que tiene la asignación hoy que es de $135 por chico son 6 mil millones de pesos. Está claro que no existe eso, el Estado no tiene 6 mil millones de pesos para poner inmediatamente. Hay que plantearlo por etapas, se me ocurre que hay que arrancar por etapas, de 0 a 6, después de 6 a 12 y después de 12 a 18. Otro podrá pensar no, mejor empezar por el NOA, el NEA, pero sí esta claro que hay que hacerlo.


-¿Cómo entiende una alianza virtuosa ONGs/Estado sin políticas clientelares?

Me parece que el modelo de articulación entre el Estado y las organizaciones sociales tiene que ser un modelo de mucha interacción desde el momento del diseño. Me parece que, con la asignación universal nosotros creamos el consejo consultivo en la provincia de Buenos Aires con 35 organizaciones muy fuertes. Creo que las transformaciones surgen de esta articulación.


-Ud. ve a los microcréditos como una gran oportunidad para salir de la pobreza (Arroyo está a cargo del área en el Banco Provincia)

Sí, dos terceras partes de los sectores pobres de Argentina trabajan a diferencia del resto de América Latina. Tenemos una parte de pobreza estructural que está en situación altamente precaria y el resto de los pobres son gasistas, plomeros, carpinteros y pequeños emprendedores. Esa población está descapitalizada, el pobre hoy de un gran centro urbano, es un mecánico de autos que nadie le da créditos para comprarse la computadora, entonces atiende los autos hasta el 82 o es una señora que cose ropa y que nadie le da crédito para dar un salto y tener otra máquina más. Hay 4 millones de personas que trabajan en nuestro país y que por distintas razones no acceden al crédito bancario.


-¿Hay otros bancos públicos trabajando?

El Banco Nación había arrancado, con una experiencia, que no la ha seguido tanto, que fue el tema del fomicro, por lo menos como una primera idea de cómo encarar.


Según las Organizaciones Sociales la devolución de los créditos es del 98%.

Es así a nivel general. En el Banco Provincia, en las líneas de microcréditos que nosotros tenemos, la mora es de 1,5%. ¿Por qué los pobres devuelven? Por dos cosas, porque tienen una cultura de devolución natural, de honrar la palabra, y la otra porque es la única fuente de financiamiento natural. Buscan devolver para acceder a un nuevo crédito. Alguien que tiene un kiosquito delante de la casa, sacó un crédito de $ 1500 para comprar mercadería, vio que le fue bien, y quiere devolver rápido para sacar $ 3000 en vez de $1500 para capitalizarse. Cuando el Estado o el banco público no llega la gente se financia igual con sistemas de usuras, con tasas brutales al 140 o 200 % anual.


-De todos modos la pobreza es un buen negocio para algunos, en las últimas elecciones vimos ejemplos espantosos del uso clientelar de la pobreza.

-Creo, que más allá de los que hacen eso, la población pobre es muy racional, a todos les dice que sí, y que los van a votar, y luego votan y hacen lo que quieren. Claramente que los sectores sociales bajos están mucho más entrenados que los propios dirigentes, pero después a la hora de votar, hacen lo que les parece mejor.


-La dirigencia atrasa…

-La dirigencia atrasa y yo creo que los sectores pobres en Argentina son tan posmodernos como los no pobres, esto es, tienen que actuar muy racionalmente, tiene bajas expectativas de futuro, ubican qué es lo que quiere el interlocutor y luego hacen lo que les conviene.


-Cómo convencemos a los bancos privados que -pese a las restricciones en la ley de bancos para dar microcréditos- los den a través de sus programas de RSE.

-Hay restricciones para dar microcréditos pero son cada vez menores. El núcleo de la pobreza es de una población descapitalizada y los privados, saben lo que necesitan los pobres para dar un salto de calidad. La Argentina es un mundo donde la pobreza sube pero baja rápidamente, porque con capitalización y con condiciones económicas la gente se inserta en el mercado laboral rápidamente.


-¿Hay una esperanza entonces?

-Yo soy optimista en estos términos, a mi me parece que se está dando un debate importante en la Argentina, en torno a cómo mejorar la situación social. En su momento el sistema de protección social atado al salario y al salario informal tenía lógica, hoy no. Creo que es bueno que todos estemos pensando cómo cambiar. Soy optimista en términos de que me parece que el tema está en agenda y que se discute en distintos ámbitos.



DEL DICHO AL HECHO

- ¿Lo mejor de su paso por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación?

Estuve como viceministro 4 años y medio (mayo de 2003 - diciembre de 2007) y después como ministro 2 años en la provincia de Buenos Aires. Los logros significativos en todo ese proceso, si tuviera que simplificarlo, son tres: uno es en el Gobierno Nacional, haber puesto en marcha el plan manos a la obra, que fue articular lo productivo con lo social con créditos de apoyo productivo. La idea es que los sectores pobres, no sólo son quienes no tienen piso de material sino aquel que trabaja sin máquinas, de manera precaria. Haber instalado la idea que en el área social hay que orientar a lo productivo, hay que dar crédito, hay que hacer evaluación de mercado y planificar. En la provincia de Buenos Aires, como ministro, es haber hecho que las 600 mil madres que recibían un bolsón de alimentos tengan un tarjeta, que además de romper todo el tema del clientelismo y la entrega de alimentos, le permite comprar lo que quiere y como quiere, es decir, es una forma de mejorar la política social y de mover la economía local. Y lo tercero es haber empezado con el programa de universalización de las asignaciones familiares, en la provincia de Buenos Aires pusimos en marcha el derecho garantizado para la niñez, que lo que hizo es que las madres que tienen chicos menores de 6 años puedan cobrar asignación familiar, las que no están cobrando, porque hoy sólo cobran las que tienen boleta de salario, las que tienen trabajo formal y no el resto. Es un derecho al revés, lo cobran los que están mejor y no lo cobran los que están peor.


¿Y las críticas?

Yo te diría dos, una es que nos faltó avanzar muchísimo en todo lo que tiene que ver con el tema de jóvenes, especialmente los 900 mil jóvenes de 16 a 24 años que no estudian ni trabajan. Yo hice varios programas, me metí mucho en la discusión, pero acá faltó un gran plan social para jóvenes que hoy no lo tiene Argentina. Y la segunda un proceso de reforma del Estado, yo creo que las áreas del Estado en lo social tienen que tener desembolsos rápidos, tiene que tener una mecánica, una dinámica rápida que hoy no tiene, entonces una persona presenta un proyecto para una panadería, tardamos 9 meses en entregarle el fondo y cuando recibe el fondo le sirve para comprar la mitad del horno de pan.