UN GENOCIDIO SÓLO ES POSIBLE CUANDO CADA PERSONA DE UNA SOCIEDAD SE SOMETE

Entrevista a Inés Weinberg, Jueza de la Corte Penal de Naciones Unidas


La jueza Inés Weinberg nos recibe en su despacho de la presidencia de la Cámara de Apelaciones en lo contencioso administrativo de la Ciudad de Buenos Aires. Cuando habla, su tono es tan bajo que es difícil escucharla, más aún imaginarla en una sala parecida, pero en Ruanda, escuchando los testimonios de quienes padecieron una de las masacres más tremendas del siglo XX. Sin embargo, en el transcurrir, la charla deja aparecer la mujer apasionada que esconde. “Siempre quise formar parte de un organismo de este tipo, que juzgue crímenes de lesa humanidad y cuando se dio la oportunidad, la Argentina me postuló y pude ingresar”, afirmó a Periodismo Social.


-¿Qué hecho de su vida personal la llevó a participar de algo tan dramático como los juicios de Ruanda?

-Hay quien dice que el hecho de ser parte de la comunidad judía y de haber perdido gran parte de mi familia en la segunda guerra mundial, me ha puesto más proclive a este tipo de acciones, pero yo creo que todas las personas saben lo que es el bien y el mal, más allá de lo que le haya pasado en términos personales.

-¿Cree que los dictadores están más contenidos a partir de estos dispositivos de la justicia internacional?

-Los crímenes de lesa humanidad y los genocidios son hechos muy complejos que no se suscriben a los dictadores sino que involucran a toda la sociedad, y que un castigo remoto no creo que pueda frenar, pero de alguna manera desde la creación de estos tribunales hay una suerte de límite más a las barbaridades.

-¿Cómo fue su experiencia personal en África?

-Al principio escuchaba los testimonios de personas que -a pesar que había pasado mucho tiempo- estaban muy tristes por todo lo vivido y precisaban mucho coraje para contar lo que contaban, pero con el tiempo no pude evitar involucrarme cada vez más con ellos y me sentí parte del proceso.

-¿El juicio terminó?

-En los que yo estaba sí, pero todavía hay algunos en marcha.

-¿Volvería a formar parte de otro tribunal internacional?

-Sí, definitivamente.

-Tanto la Corte Penal Internacional como los Tribunales de la ONU parecen estar centrados en los crímenes cometidos por los países de África. ¿Podemos esperar que alguna vez juzguen a EE.UU. o a Bush, por haber llevado al mundo a una guerra que se comprobó que se realizó con argumentos falsos, destruyó a Irak y produjo miles de muertos?

-Es innegable que la justicia internacional está ligada al poder. De hecho, también en Ruanda se juzgó a los que perdieron y no significa por eso que los ganadores hayan estado exentos de culpabilidad. Robert McNamara, el cerebro de Vietnam, dijo que mucho de lo que pasó allí debió haberse juzgado como crimen de guerra. Por eso creo que debe pasar un tiempo antes de empezar los juicios. A diferencia de lo que pasó en Argentina donde Alfonsín asumió esa tarea inmediatamente después. Fue algo que no se logró en otros países y por eso que luego hubo que firmar esas amnistías.

-¿Cree que el mundo tomó dimensión de la barbarie que se cometió en Ruanda?

-No. Y en parte creo que la prensa tiene mucho que ver. Se minimizó al hablar de guerras tribales, en lugar de hablar de guerra a secas, que es lo que verdaderamente fue y transformar el tema en un tema africano y no en un tema del mundo.

-Las ONGs tuvieron una gran incidencia en la creación de la Corte Penal Internacional en el 2002, ¿siguen teniendo esa relevancia?

-Si, particularmente en los tribunales de las Naciones Unidas donde los Estados y las organizaciones postulan por igual a los jueces que van a intervenir, lo que le da una gran transparencia y participación a todo el proceso.

-Después de su experiencia personal como persona de la comunidad judía, como argentina y de haber vivido el horror de Ruanda, es decir, de haber participado en una sola vida -tanto en calidad de víctima como de testigo- de crímenes de lesa humanidad y genocidios, ¿tiene alguna conclusión acerca de la naturaleza humana?

-Veo un denominador común, el miedo. El miedo a perder, a que maten a tus seres queridos, el miedo al otro grupo. A medida que se van acentuando las diferencias en ambos bandos a los tibios se los obliga a tomar posición, no se les permite subsistir. Lo que llama la atención es que estas situaciones no hubieran sido posible si cada uno de nosotros hubiera dicho esto está mal, esto no se hace. Son crisis de miedo colectivo y personal. Si cada uno se planta y no participa, estas cosas no pasarían. Es una mezcla entre ser parte del grupo y quedar aislado. Günter Grass en su libro “Las capas de la cebolla” donde cuenta su juventud en las SS relata la vida de un joven perfectamente ario que dice “nosotros no hacemos estas cosas” y termina en un campo de concentración… Pero si cada uno se plantara con esa determinación…

-Creo que el siglo XX fue el de la conciencia. Luego del Nazismo tomamos conciencia como especie de lo que somos capaces de hacer y como consecuencia se alumbró la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, ¿no cree que el S. XXI tiene algo de cinismo si luego sigue habiendo genocidios y hambrunas?

-Yo no me enrolo en el cinismo. Creo que vamos despacito, mejorando. Tenemos mas conciencia. Tenemos que trabajar como humanidad en otros aspectos no sólo con los crímenes de lesa humanidad sino con el medio ambiente, pobreza y la educación. Se trata de una mayor concientización en muchos aspectos para que toda persona humana se sienta humana aun si su vida no está en riesgo, porque también es mas fácil reaccionar de una manera deshumanizada cuando tu vida no es muy humana, cuando no tenés agua, cuando no tenés electricidad o trabajo.

-¿Cree que los medios de comunicación tienen un papel a cumplir en este sentido?

-No soy una experta, pero veo que cuando toman un tema lo pueden poner en el primer plano o como fue el caso de Ruanda, dejar que pase como una noticia más. Tienen un gran poder.




LA MATANZA DE RUANDA


Ruanda es un país de África Central que fue colonia Alemana desde fines del siglo XIX y protectorado belga, hasta obtener su independencia en 1962. Hay dos etnias o castas que se encuentran divididas: los Tutsis han sido durante los últimos años quienes concentraron el poder político y económico del país. Esa desigualdad resintió a los Hutus, y este malestar desató una ola de violencia y odio.

Cuando el 6 de abril de 1994 fue asesinado el presidente hutu Juvenal Habyarimana, esta etnia acusó a los tutsis de haberlo matado. Aunque nunca se comprobó, los hutus iniciaron un genocidio que se cobró un millón de vidas en apenas tres meses.

Ese mismo día, cuando la luz del sol se fue apagando, comenzó la matanza contra los tutsis, a golpes, machetazos y palazos, incluyendo a mujeres y niños.

Si se compara la provincia de Tucumán con Ruanda puede establecerse que, en dimensiones de superficie similares, los contrastes son notorios: el país africano está habitado por 9 millones de personas y su densidad de población es de 343 habitantes por kilómetro cuadrado; es decir, cinco veces mayor que la de la provincia del noroeste argentino, que supera el millón de personas.


LA JUSTICIA INTERNACIONAL

Existen dos órganos judiciales internacionales en temas de crímenes internacionales. El 10 de febrero de 1995, unas 200 organizaciones no gubernamentales de larga trayectoria en la defensa y promoción de los derechos humanos como Amnistía Internacional, crearon la Coalición Internacional de ONGs por una Corte Penal Internacional (CPI), para trabajar en apoyo a la creación de un tribunal que sea justo, eficaz e independiente.

Después de un largo proceso, se realizó en junio de 1998 en Roma una Asamblea General de la ONU para aprobar el Estatuto definitivo de constitución de la CPI. Según su artículo quinto se erige para juzgar crímenes de lesa humanidad, genocidios, crímenes de guerra y de agresión. Esta Corte tiene personalidad jurídica internacional y puede ejercer funciones en cualquier parte del territorio de cualquier Estado.

La Corte Internacional de Justicia en cambio, es el órgano de judicial de la ONU. Se ocupa de casos entre Estados sin enjuiciar a individuos.

La competencia de esta Corte se extiende a los litigios de asuntos previstos en la Carta de las ONU como la interpretación de un tratado y cualquier cuestión de derecho internacional.




 

UN GENOCIDIO SÓLO ES POSIBLE CUANDO CADA PERSONA DE UNA SOCIEDAD SE SOMETE

Entrevista a Inés Weinberg, Jueza de la Corte Penal de Naciones Unidas
Por Alicia Cytrynblum




La jueza Inés Weinberg nos recibe en su despacho de la presidencia de la Cámara de Apelaciones en lo contencioso administrativo de la Ciudad de Buenos Aires. Cuando habla, su tono es tan bajo que es difícil escucharla, más aún imaginarla en una sala parecida, pero en Ruanda, escuchando los testimonios de quienes padecieron una de las masacres más tremendas del siglo XX. Sin embargo, en el transcurrir, la charla deja aparecer la mujer apasionada que esconde. “Siempre quise formar parte de un organismo de este tipo, que juzgue crímenes de lesa humanidad y cuando se dio la oportunidad, la Argentina me postuló y pude ingresar”, afirmó a Periodismo Social.

-¿Qué hecho de su vida personal la llevó a participar de algo tan dramático como los juicios de Ruanda?

-Hay quien dice que el hecho de ser parte de la comunidad judía y de haber perdido gran parte de mi familia en la segunda guerra mundial, me ha puesto más proclive a este tipo de acciones, pero yo creo que todas las personas saben lo que es el bien y el mal, más allá de lo que le haya pasado en términos personales.

-¿Cree que los dictadores están más contenidos a partir de estos dispositivos de la justicia internacional?

-Los crímenes de lesa humanidad y los genocidios son hechos muy complejos que no se suscriben a los dictadores sino que involucran a toda la sociedad, y que un castigo remoto no creo que pueda frenar, pero de alguna manera desde la creación de estos tribunales hay una suerte de límite más a las barbaridades.

-¿Cómo fue su experiencia personal en África?

-Al principio escuchaba los testimonios de personas que -a pesar que había pasado mucho tiempo- estaban muy tristes por todo lo vivido y precisaban mucho coraje para contar lo que contaban, pero con el tiempo no pude evitar involucrarme cada vez más con ellos y me sentí parte del proceso.

-¿El juicio terminó?

-En los que yo estaba sí, pero todavía hay algunos en marcha.

-¿Volvería a formar parte de otro tribunal internacional?

-Sí, definitivamente.

-Tanto la Corte Penal Internacional como los Tribunales de la ONU parecen estar centrados en los crímenes cometidos por los países de África. ¿Podemos esperar que alguna vez juzguen a EE.UU. o a Bush, por haber llevado al mundo a una guerra que se comprobó que se realizó con argumentos falsos, destruyó a Irak y produjo miles de muertos?

-Es innegable que la justicia internacional está ligada al poder. De hecho, también en Ruanda se juzgó a los que perdieron y no significa por eso que los ganadores hayan estado exentos de culpabilidad. Robert McNamara, el cerebro de Vietnam, dijo que mucho de lo que pasó allí debió haberse juzgado como crimen de guerra. Por eso creo que debe pasar un tiempo antes de empezar los juicios. A diferencia de lo que pasó en Argentina donde Alfonsín asumió esa tarea inmediatamente después. Fue algo que no se logró en otros países y por eso que luego hubo que firmar esas amnistías.

-¿Cree que el mundo tomó dimensión de la barbarie que se cometió en Ruanda?

-No. Y en parte creo que la prensa tiene mucho que ver. Se minimizó al hablar de guerras tribales, en lugar de hablar de guerra a secas, que es lo que verdaderamente fue y transformar el tema en un tema africano y no en un tema del mundo.

-Las ONGs tuvieron una gran incidencia en la creación de la Corte Penal Internacional en el 2002, ¿siguen teniendo esa relevancia?

-Si, particularmente en los tribunales de las Naciones Unidas donde los Estados y las organizaciones postulan por igual a los jueces que van a intervenir, lo que le da una gran transparencia y participación a todo el proceso.

-Después de su experiencia personal como persona de la comunidad judía, como argentina y de haber vivido el horror de Ruanda, es decir, de haber participado en una sola vida -tanto en calidad de víctima como de testigo- de crímenes de lesa humanidad y genocidios, ¿tiene alguna conclusión acerca de la naturaleza humana?

-Veo un denominador común, el miedo. El miedo a perder, a que maten a tus seres queridos, el miedo al otro grupo. A medida que se van acentuando las diferencias en ambos bandos a los tibios se los obliga a tomar posición, no se les permite subsistir. Lo que llama la atención es que estas situaciones no hubieran sido posible si cada uno de nosotros hubiera dicho esto está mal, esto no se hace. Son crisis de miedo colectivo y personal. Si cada uno se planta y no participa, estas cosas no pasarían. Es una mezcla entre ser parte del grupo y quedar aislado. Günter Grass en su libro “Las capas de la cebolla” donde cuenta su juventud en las SS relata la vida de un joven perfectamente ario que dice “nosotros no hacemos estas cosas” y termina en un campo de concentración… Pero si cada uno se plantara con esa determinación…

-Creo que el siglo XX fue el de la conciencia. Luego del Nazismo tomamos conciencia como especie de lo que somos capaces de hacer y como consecuencia se alumbró la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, ¿no cree que el S. XXI tiene algo de cinismo si luego sigue habiendo genocidios y hambrunas?

-Yo no me enrolo en el cinismo. Creo que vamos despacito, mejorando. Tenemos mas conciencia. Tenemos que trabajar como humanidad en otros aspectos no sólo con los crímenes de lesa humanidad sino con el medio ambiente, pobreza y la educación. Se trata de una mayor concientización en muchos aspectos para que toda persona humana se sienta humana aun si su vida no está en riesgo, porque también es mas fácil reaccionar de una manera deshumanizada cuando tu vida no es muy humana, cuando no tenés agua, cuando no tenés electricidad o trabajo.

-¿Cree que los medios de comunicación tienen un papel a cumplir en este sentido?

-No soy una experta, pero veo que cuando toman un tema lo pueden poner en el primer plano o como fue el caso de Ruanda, dejar que pase como una noticia más. Tienen un gran poder.





RECUADRO 1

LA MATANZA DE RUANDA

Ruanda es un país de África Central que fue colonia Alemana desde fines del siglo XIX y protectorado belga, hasta obtener su independencia en 1962. Hay dos etnias o castas que se encuentran divididas: los Tutsis han sido durante los últimos años quienes concentraron el poder político y económico del país. Esa desigualdad resintió a los Hutus, y este malestar desató una ola de violencia y odio.

Cuando el 6 de abril de 1994 fue asesinado el presidente hutu Juvenal Habyarimana, esta etnia acusó a los tutsis de haberlo matado. Aunque nunca se comprobó, los hutus iniciaron un genocidio que se cobró un millón de vidas en apenas tres meses.

Ese mismo día, cuando la luz del sol se fue apagando, comenzó la matanza contra los tutsis, a golpes, machetazos y palazos, incluyendo a mujeres y niños.

Si se compara la provincia de Tucumán con Ruanda puede establecerse que, en dimensiones de superficie similares, los contrastes son notorios: el país africano está habitado por 9 millones de personas y su densidad de población es de 343 habitantes por kilómetro cuadrado; es decir, cinco veces mayor que la de la provincia del noroeste argentino, que supera el millón de personas.



RECUADRO 2

LA JUSTICIA INTERNACIONAL

Existen dos órganos judiciales internacionales en temas de crímenes internacionales. El 10 de febrero de 1995, unas 200 organizaciones no gubernamentales de larga trayectoria en la defensa y promoción de los derechos humanos como Amnistía Internacional, crearon la Coalición Internacional de ONGs por una Corte Penal Internacional (CPI), para trabajar en apoyo a la creación de un tribunal que sea justo, eficaz e independiente.

Después de un largo proceso, se realizó en junio de 1998 en Roma una Asamblea General de la ONU para aprobar el Estatuto definitivo de constitución de la CPI. Según su artículo quinto se erige para juzgar crímenes de lesa humanidad, genocidios, crímenes de guerra y de agresión. Esta Corte tiene personalidad jurídica internacional y puede ejercer funciones en cualquier parte del territorio de cualquier Estado.

La Corte Internacional de Justicia en cambio, es el órgano de judicial de la ONU. Se ocupa de casos entre Estados sin enjuiciar a individuos.

La competencia de esta Corte se extiende a los litigios de asuntos previstos en la Carta de las ONU como la interpretación de un tratado y cualquier cuestión de derecho internacional.

PERIODISMO SOCIAL. UNA NUEVA DISCIPLINA. 2da. Edición Ampliada.

Periodismo Social, Una nueva disciplina

Prologo a la edición 2009

Por Alfredo Leuco

Pido la palabra: propongo que el apellido Cytrynblum sea incorporado en los diccionarios de los talleres y las academias como sinónimo de periodismo y de cambio.


Perdón por el atrevimiento de tanta primera persona, pero quiero ser sincero. Cuando digo Cytrynblum primero siento el calor del abrazo protector de un gigante colorado y sabio. Eso cuando digo Marcos. Cuando digo Alicia siento la mirada de la curiosidad permanente y la sonrisa solidaria. Pero cuando pronuncio ese apellido solo me evoca periodismo y cambio. Fui y soy testigo de esa historia circular, evolutiva y conmovedora. Porque Marcos, el padre, fue uno de los máximos agentes de cambio que tuvo la prensa gráfica en la Argentina. Y porque Alicia, la hija, es una de las mas potentes transformadoras del periodismo social en nuestro país.


Antes de Marcos los diarios eran fríos, formales y se nutrían con demasiada información institucional que proveían las oficinas de prensa. Eran letras en papel pero no respiraban. Marcos los humanizó. Convirtió a los diarios en pasión de multitudes. Los acercó a los ciudadanos de carne y hueso. Se atrevió a llevar a la tapa los temas de la vida cotiana que se hablaban en los bares y en los barrios. Como soñaba Jose Martí le dio a las palabras alas, colores, sabores y texturas. Transformó el periodismo gráfico.


Antes de Alicia el periodismo social era un conjunto de voluntades dispersas. Corazones que latían a mil pero que venteaban mucha energía. Periodismo sano y silvestre pero muy a la carga barracas. Alicia lo sistematizó. Ayudó a que tuvieran mayor contudencia y efectividad sin perder su ADN voluntario. Aprovechó al máximo los nuevos soportes tecnológicos y entendió lo que significa la palabra red como mixtura comunitaria y como acceso a todo el mundo virtual. Puso los sentimientos y las necesidades de los que mas necesitan al alcance de todos los periodistas. Quien quiera oir que oiga. Transformó el periodismo social.


Por supuesto que Marcos y Alicia no lo hicieron solos. Fueron muchos los que participaron de esos procesos. Pero para mi ellos fueron dos cabezas visibles.


Lideraron cada uno en su tiempo y con su estilo.


Es emocionante comprobar como se produjo esa herencia por la pasión por el periodismo que cambia. Tal vez los genes de inmigrantes anarquistas hayan hecho lo suyo. Tal vez no fue en vano que la cuna de Alicia haya sido una rotativa.


En esta versión ampliada de su libro, Alicia, mantiene y multiplica su pregunta original: “ el mundo cambió.¿ y el periodismo?”. Fortalece su obsesiva preocupación por darle a las palabras la precisión de un cirujano para evitar la carga discriminatoria que pueda herir a quien es nombrado y - a lo largo de todo el texto - flota la búsqueda de una nueva ética de este maravilloso oficio. O tal vez la de recuperar la ética perdida en un momento en donde los periodistas y los medios atravesamos una profunda crisis y afrontamos nuevos peligros.


Deformaciones profesionales como la ignorancia, la demagogia, la soberbia, la exitoína, la voracidad por el dinero y el amarillismo berreta y alarmista nos obligan a buscar mejores caminos.


Retrocesos empresarios como la brutal concentración de medios en pocas manos, la incursión en negocios extraperiodísticos, la participación por convicción o por corrupción en operaciones políticas y la sumisión ante los poderosos de todo tipo a cambio de pautas publicitarias hacen urgente revisitar las mejores definiciones de lo que debe ser un periodismo con valores.


No vender el pensamiento y la pluma es lo mínimo que se puede exigir. Quien lo hace deja de ser periodista y se convierte en delincuente. Hay otras formas de encontrar la línea divisioria de la ética periodística. El Talmud lo plantea para la fe pero bien se puede aplicar a nuestro trabajo cotidiano: acomodar a los incomodos e incomodar a los cómodos. Un periodismo que haga eso irá por la buena senda. Siempre fiscal del poder y abogado del hombre común. Siempre del lado de las víctimas. Ese es un buen lugar ético para pararse a narrar los acontecimientos noticiosos. Desde la verdad y desde el que sufre. Porque todos somos periodistas sociales. Con la mirada crítica. Y con la vocación de cambio y la pasión por el periodismo. Como Marcos y como Alicia. Como surge de este libro. Como los Cytrynblum.


Nuevos actores han irrumpido en el escenario social y tanto los periodistas como los medios de comunicación necesitan nuevos elementos que les permitan incorporarlos en la pauta informativa. Esta obra es la primera sistematización de la temática social en la prensa y tiene como fin colaborar con los profesionales de la comunicación en un abordaje eficaz en sus coberturas. Se trata de una herramienta práctica que les permitirá a los periodistas generar mayor confiabilidad con los lectores, sumar nuevas fuentes, incorporar los criterios de investigación de soluciones y utilizar un lenguaje más inclusivo en las notas.


El mundo está en permanente cambio y genera nuevas respuestas que muchas veces por falta de conocimiento son ignoradas por la prensa. Para contrarrestar esta tendencia, el Periodismo Social propone nuevos instrumentos que permitan jerarquizar el eje social en los medios de comunicación y explorar su articulación en la agenda diaria con los temas económicos y políticos.


Alicia Cytrynblum es periodista y profesora universitaria. Está especializada en la temática social y es la creadora del Periodismo Social como disciplina periodística. Actualmente preside Periodismo Social (http://www.blogger.com/www.periodismosocial.net, una asociación civil que colabora con los periodistas de todo el país para la inclusión de los temas sociales en la pauta de los medios. En este manual sistematizó su experiencia luego de trabajar en distintas redacciones: revista Tercer Sector, Suplemento "Testimonios Solidarios" del diario La Nación, revista Veintitrés, Risolidaria y de un espacio diario en Canal 7. A lo largo de estos quince años entrevistó a más de mil líderes sociales de Argentina y América Latina.

Alicia Cytrynblum

ISBN 978-987-601-083-2
La Crujía Ediciones
Edición Buenos Aires - 2009
Páginas 224