UNA MIRADA SOBRE LA IZQUIERDA Y LA DERECHA.

La autora propone retornar a las nociones ideológicas de la política “para revertir las desigualdades que la falta de política produjo”. Por Alicia Cytrynblum - Presidenta de “Periodismo Social”


Cuando los candidatos de todo el espectro político nos sonríen desde las paredes de casi todo el país cabe preguntarse qué los diferencia. Si se trata de apenas un bigote, una pelada o una sonrisa más o menos seductora. Las propuestas se acaban en el mejor modo de llenar un bache, o sobre la necesidad de un plan de viviendas o de mayor seguridad. Todos proponen, palabras más o menos, lo mismo. Será por eso que la ciudadanía tiene la sensación de que se acabó la política. Porque eso no es discusión política. Se trata de discusión técnica y la gente se desencanta de la falta de opciones de modelos potentes y diferenciados que permitan elegir propuestas y no personas.


Cabe preguntarse, entonces, dónde quedó la política en el mundo único que después de la caída del Muro, sin la URSS, quedó especialmente fortalecido en su monopolaridad después de la caída de las Torres. ¿O más cerca, en la Argentina, la caída de la Alianza que se llevó puesto al radicalismo y a gran parte del progresismo y dio origen al nacimiento del peronismo como un partido único como factor de poder?


En ambos casos, tanto internacional como nacional, estamos ante el mismo dilema. Haciendo la salvedad de Francia -donde se puso en discusión un modelo de país- vemos claramente en las campañas vernáculas, que no se está discutiendo política sino que se discuten aspectos vinculados a la aplicación práctica de la ejecución diaria del poder.


¿En un mundo tan aparente desideologizado como el actual cabe seguir hablando de izquierdas y de derechas? Y, si existe esta pertinencia, ¿en qué se diferenciarían una propuesta de un tipo y de otro?


La respuesta es afirmativa. Indudablemente el mundo todavía -y tal vez más que nunca- precisa de la política. Una política al servicio de revertir las desigualdades que la falta de política produjo.


Hoy, en 2007, la gran frontera en el firmamento de lo que se denominaba izquierda y la derecha, es a qué lado de los derechos humanos se ubican los candidatos y cuál es su plataforma electoral para que se universalicen estos derechos. Para esto es necesaria una propuesta económica clara que permita recién entonces una programática para la aplicación de políticas públicas que pongan a la gente en primer plano.


En ese sentido, es importante repasar que los derechos humanos atraviesan todos los temas: en primer lugar y sin lugar a dudas el derecho a la vida pero, también el derecho a la vivienda, la educación, la salud y el trabajo como derechos inalienables que debe garantizar el Estado.


Pero el Estado no puede solo.


Es un andamiaje muy complejo que trabaja en un consenso con toda la sociedad -con las empresas, las organizaciones sociales, los organismos internacionales, entre otros actores- y que se define en el momento de las elecciones.


Es por esa razón que debiéramos estar hablando de estos temas durante las campañas en los medios de comunicación, en los discursos políticos, en las escuelas, en los bares, en las organizaciones sociales. Acerca de qué tipo de país queremos. Si nos interesa vivir en un país inclusivo, con oportunidades y acceso para todos y todas, menos violento, más educado, o un país más segmentado, con menos oportunidades, más policial y con más educación privada donde se reproduzca por un lado el círculo de la pobreza y, por otro, el círculo de poder para unos pocos, siempre los mismos.